Cierto es, que mi amigo el enólogo Juan Ferrer (Hugonote), tiene un paladar exquisito, pero estos vinos que ha catalogado como los mejores del Mediterráneo, tienen unos precios casi prohibitivos, por lo menos para los que nos consideramos humanos. Siempre digo, que en el equilibrio esta la bondad de un excelente vino (calidad / precio). Pero si podemos, por que no darnos el gustazo. Saludos; Mickey Requena.
Evidentemente un titulo tan pomposo como este, no puede ser cierto, quería decir que estos doce vinos son los que más me gustan a mí. Espero que los disfrutéis en la mejor compañía. El vino si no se comparte es solo eso, vino. Si lo acompañas de amigos, es alegría, emoción, es pasión, es vida, es……….. Mediterráneo. Juan Ferrer (Enólogo)
Grans Muralles de Miguel Torres D.O. Conca de Barberà
Excepcional finca situada cerca del Monasterio de Poblet en Tarragona, donde se ha realizado una impagable labor de recuperación de las variedades autóctonas: Monastrell, Samsó y Garró, conforman este prodigioso vino tinto de nítidos aromas mediterráneos: tapenade, jara, garriga, romero, pitchpin y cassis adornan su rotunda paleta aromática. Un vino imprescindible en la colección de todo Enópata.
Fondillón Gran Reserva 1980 de Salvador Poveda Alicante
Más de veinte años de crianza en grandes fudres de roble “monovero”, han conseguido armonizar aunque no doblegar a este mítico vino valenciano, sin duda el que más larga historia atesora de todo el mediterráneo, elaborado con una de las variedades reinas del mediterráneo, la Monastrell.
En este caso la variedad es conducida en vaso y muy vieja, nos ofrece un suntuoso vino rancio de postre, con aromas del pasado: Mueble viejo, fruta escarchada, dátiles, azúcar tostada, caramelo, canela, nueces, bollería tradicional, especias orientales y elegantes barnices.
Nada, absolutamente nada, acompañará mejor que un fondillón al mítico queso azul inglés: El Stilton.
Molino Real Mountain Wine Moscatel de las Sierras de Málaga
Sin ningún género de dudas estamos ante el mejor moscatel español y uno de los mejores de todo el mediterráneo, que es mucho decir. Pues este es su hábitat favorito.
Gracias a la beatifica influencia mediterránea sobre estos viñedos de montaña, situados entre las sierras de Tejada y Almijara, es posible elaborar este magnífico vino elaborado con Moscatel.
Sus voluptuosos aromas comienzan siendo minerales, que delatan la pronunciada inclinación de los viñedos, miel, cera de abejas, melocotón de viña, piel de naranja, almizcle, polen y flores blancas son sus armas. En la boca es un vino graso y agradable, dulce, redondo y largo, perfecto para degustar junto a una fuente de frutas amarillas.
Apenas dos hectáreas de “Gorré” (suelo granítico degradado), nos ofrecen uno de los mejores vinos blancos del mundo, elaborado por Christine Vernay con la variedad Viognier, endémica de Condrieu. Conducida en estacas, dispuestas sobre uno de los viñedos aterrazados más inclinados de toda Francia.
Todo en este vino rezuma elegancia y armonía, Christine, que estudio historia del arte en Florencia, ha aplicado a los vinos, toda su femineidad y su concepto de la belleza.
Sus Viognier, nos recuerdan a una imposible y exótica mezcla de mantequilla fresca, pomelo rosa, albaricoques maduros, melocotón de viña, miel tostada, pan de especias, violetas y lavanda. Su persistencia en la boca es legendaria.
Un arroz marinero suave iría bien con este grandioso vino, pero si queremos hilar fino, nada mejor para acompañarlo que un foie-gras de oca trufado.
Casa Castillo Pié Franco Jumilla
La quintaesencia del Monastrell mediterráneo, todo en este vino es potente, telúrico y expresivo, con aromas de trufa negra, raíces, minerales, tinta china, regaliz, grosella y ciruelas negras.
En boca es jugoso, carnoso, bien ensamblado, equilibrado, dotado de una acidez marcada y elegante, pero con un indudable atractivo, es goloso y de posgusto mineral prolongado.
En resumen, vino con marcado “terroir” mediterráneo, que posee una nobleza extraordinaria, susceptible de enamorar.
Es un vino apropiado para guisos potentes, carnes rojas y caza, tanto de pelo como de pluma.
Planeta Santa Cecília 2004 Sicilia (Itália)
El genial Enólogo Alessio Planeta, logra con este vino el mejor exponente de la Nero d´Avola siciliana que existe.
Es un tinto del color de las moras negras, con matices negros y azulados, muy cubierto, casi opaco, sus lágrimas tintan la copa y se desplazan lentamente.
En nariz es un vino perfumado, intenso, amable y casi abigarrado, eminentemente frutal, con aromas de pequeños frutos silvestres frescos, como las moras, arándanos, zarzamora, endrinos, grosella negra, cassis, y fresas silvestres.
Leve toque de matorral y un fino aroma de higos frescos y de pimienta.
En boca es todo un prodigio de equilibrio y redondez. Se muestra glicérico e intenso, corpulento, concentrado, con muy buen tacto bucal, además, está dotado de cierta elegancia y frescura, es jugoso y goloso.
El posgusto nos recuerda a las especias, y al tapenade marsellés así como al tomillo fresco de un húmedo día de otoño.
Un guisado de conejo con judías y caracoles sería lo suyo.
Jean Luc Colombo Amour de Dieu 2004 Condrieu Rodano
Otro gran Condrieu para esta breve selección de vinos mediterráneos, elaborado en su totalidad con Viognier de cepa vieja y plantada en terrazas.
Fermentación y crianza en barricas nuevas y solamente 1900 botellas para todo el mundo.
Lo cierto es que este vino hace honor a su nombre, es todo un amor.
Es un autentico diamante, pero de color amarillo ambarino y piernas gruesas, sus aromas componen toda una sinfonía: madreselva y albaricoque maduro son solo los primeros, para luego aparecer una sutil crema inglesa, dulce de leche, azafrán, minerales, piel de aceitunas sevillanas (sin vinagre), leche de almendras, chocolate blanco, natillas, flor de jara, retama, vainilla bourbon, hojas de Abdullah (Aquel tabaco rubio egipcio), huesos de frutas blancas, y por fin surge el mediterráneo, con sus aromas salinos, de aguja de pino y balsámicos.
En la boca es un vino corpulento, graso, cremoso, sedoso, dotado de gran persistencia y longitud, su posgustosencillamente apabullantes.
Sin duda, es por originalidad, intensidad, terroir y personalidad, uno de los grandes vinos blancos del mundo.
Si hemos de acompañarlo de algo sólido (no le hace ninguna falta), un Comté viejo, un poco de aceite de oliva virgen, y un pan recién hecho podría ser una opción magnifica, si además nos lo hacemos en un picnic mirando al mar o a las “terrazas del infierno”, como se llaman por mal nombre los bancales de viñedos de Condrieu, pues mucho mejor, si además ese picnic es con la persona amada, pues el tema se va convirtiendo en memorable, y no sigo…….
L´Ermita Álvaro Palacios Priorat
Pocos vinos españoles van precedidos de una aureola de prestigio como este L’Ermita, solo Pingus y el sempiterno Vega Sicilia se le pueden aproximar.
La diferencia entre ellos es que L’Ermita es mediterráneo, su nombre alude (además de a una zona, a un vino y a un viñedo del Ródano, donde se “inspiró” Álvaro para bautizar a su vino) a un magnifico viñedo “en coster”, de cariñenas y garnachas viejas, de apenas tres hectáreas, situado en las afueras de Gratallops, y “sembrado” de llicorellas (pizarra degradada del periodo carbonífero). Con un “terroir” así, y con el empeño de Álvaro Palacios, puede uno competir con los grandes vinos del mundo.
Sus aromas nos recuerdan a la tinta y a las violetas, a las ciruelas negras y a las moras, al tapenade marsellés y a la trufa negra, a la llicorella donde ha nacido y al mediterráneo.
Su persistencia es épica y su recuerdo embriagador.
Es uno de los grandes vinos del mediterráneo, por tipicidad, autenticidad y trascendencia mundial.
MARC SORREL LE GREAL 2003 HERMITAGE Ródano
Enri Sorrel, un notario arrepentido, que deja su carrera para dedicarse a la viticultura, cuando su salud mengua, convence a su hijo Marc (ingeniero químico) para que cuide de sus tres hectáreas en el cielo (léase Hermitage), Marc ante la insistencia y dramatismo de la petición, decide hacerse cargo de la propiedad en 1982, en apenas dos años, su padre y un amigo tratan de legar todo lo que saben a Marc, (son conscientes del enorme valor de ese trozo de tierra plantada de syrah) Enri Sorrel, además sabe que su final está cerca, tristemente estaba en lo cierto, y fallece en 1984; Marc, su hijo, destrozado por la enorme pérdida, que hasta entonces no se consideraba ni siquiera viticultor, decide consagrar su vida al viñedo que le robó el corazón y la salud a su padre.
El resto es historia. Una bella historia de amor a la Syrah.
Un vino del Ródano de casi 16 grados de alcohol, que roza la perfección, es algo raro, pero Parker, Montgomery, Tanzer y muchos otros “gurús”, lo han declarado como uno de los vinos de su vida. Apenas dos hectáreas y media de viñedo viejo, con una inclinación superior al 60% y suelo de granito degradado, situadas en la colina central de Hermitage dan vida a este magnífico vino, compuesto por un 90% de Syrah y un 10% de Marsanne (una variedad blanca endémica del Ródano).
Todo el proceso de elaboración es manual, desde el laboreo de la viña que lo hace Marc Sorrel, (que cada día va a lomos de su caballo blanco a trabajar un viñedo escarpado y peligroso) hasta la vendimia o el desrapado manual, todo aquí es artesano, nunca filtra ni clarifica sus vinos, y la crianza en barricas ronda los dos años. Apenas elabora 11.000 botellas, que literalmente “vuelan” cuando salen al mercado.
Violetas, lavanda, cassis, pitchpin, regaliz, trufa, moras y arándanos componen su mediterránea nariz. No se puede pedir más tipicidad a un vino del Ródano, pues la tiene toda. Está provisto de taninos macizos y rotundos, aunque jugosos y cremosos, es un vino “negro”, concentrado y potente, de larga guarda, que a veces nos recuerda a un sutil y embriagador Pinot Noir. Es potente y suave al tiempo, y posee un final largo, goloso y embriagador.
MIQUEL GELABERT SA VALL SELECCIÓ PRIVADA
Plá y Llevant Mallorca
Un compendio de variedades mediterráneas como la Viognier, la Rousanne, la Giró Blanc y la Jaumillo (estas dos últimas endémicas de Mallorca), componen este original vino, elaborado en Manacor por el “desinquieto” y autodidacto Miquel Gelabert, que harto de servir arroces y “mariscás” en un restaurante playero de su propiedad, decidió (sabiamente) orientar su vida hacia la vitivinicultura. Hoy en día, quizá sea nuestro viticultor más mediterráneo.
Apenas de producen 2000 botellas cada año, de este cuidado vino. Selección manual del fruto, fermentación con levaduras indígenas, y posterior crianza sobre lías en roble de Allier y Nevers.
Todo ello nos ofrece un vino de color dorado, con leves tonos verdosos.
Provisto de romas de flores blancas (azucena de río, camelia, jara y espino blanco), bálagos, polen, caramelo de ciruela mirabelle y un leve recuerdo de miel de flores.
En la boca sus sabores cítricos, de fruta fresca y mantequilla nos embriagan, su volumen es enorme, y su posgusto es de vainilla tostada.
Es largo y equilibrado, y todo en él me induce a acompañarlo con pescados a la brasa, en una cala mallorquina al atardecer.
Arnaldo Caprai Collepiano Sagrantino di Montefalco Umbría Italia
En el corazón de la Umbría, en una de las zonas más bellas de Italia, y curiosamente sin acceso al mar, nace uno de los vinos más originales de todo el mediterráneo.
Está elaborado totalmente (in purezza como dirían los italianos) con una variedad autóctona, llamada Sagrantino, que cuando no se mezcla con otras, produce vinos amparados por la denominación “Sagrantino di Montefalco”
Arnaldo Caprai funda su bodega, tantas veces soñada en 1971, Marco, su hijo primogénito, se encarga de ella en 1988, acometiendo una importante modernización, en la actualidad la bodega es muy reconocida en Italia, no en vano, en 2001 fueron considerados como loe mejores productores de toda Italia, sus vinos podrían considerarse como vinos de culto, tal es su escasez. Además son los inventores del Sagrantino seco.
Esta bodega lleva más de 35 años de trabajo constante y meticuloso, siempre en busca de la gran calidad, y al mismo tiempo haciendo un enorme esfuerzo en la difusión de la cultura del vino, respetando sus tradiciones y mejorando todo aquello que les circunda, su Sagrantino di Montefalco, es un vino mítico, los viñedos donde se produce este vino, existen desde el siglo primero, ya eran citados por Plinio el Viejo en su Historia Natural, esta variedad fue llevada al Asia Menor por San Francisco de Asís, y allí se le conoce con el nombre de “Sacramenti”.
Fue un vino muy apreciado por los pintores y escultores renacentistas, y también por los papas romanos, que durante siglos no querían otro tipo de vino.
Es un vino de color rojo rubí intenso, con reflejos violáceos.
Su nariz es muy expresiva, y nos recuerda a las ciruelas rojas y negras, a las cerezas levemente tostadas, a la vainilla y a las especias orientales.
En la boca es un vino graso, redondo, potente y aterciopelado, con taninos fundentes y carnosos, que lo hacen agradable e incluso goloso.
En Italia a veces se toman los Sagrantinos como vino de postre, aunque mi consejo es hacerlo con grandes asados, estofados y carnes guisadas, los encontraréis mucho mejor.
Château Rayas Châteauneuf-du-Pape Ródano
"Lo que sea bueno para el vino es bueno para nosotros".
Jacques Reynaud
Sin duda alguna, el Château Rayas, “el Rolls Royce de las Garnachas”, es una bodega de leyenda, a pesar de que no existe tal Château y las instalaciones más bien parecen una modesta granja, además, esta bodega es una de las más sucias y desastradas del mundo, junto con Beucastel son las dos bodegas míticas de Châteauneuf-du-Pape en el Ródano. El vino está elaborado al 100% con garnacha tinta, (el único monovarietal de su zona) que vegeta sobre un suelo limo-arenoso, desempedrado totalmente por el abuelo de los propietarios, que aseguraba “a suelo fino, vino fino”, y no iba desencaminado pues el Château Rayas es una de las garnacha más finas y elegantes del Ródano sur.
En esta propiedad que data de 1880, todo es atípico, no se respeta ninguna regla ni ley, y los propietarios actuales y todos sus antepasados, han tenido fama de locos excéntricos, de huraños, de espíritus libres, que no hacen caso ni a burócratas, ni a políticos, ni a leyes ni guías vinícolas, ni a gurús de pacotilla ni a prescriptores de vía estrecha; ellos viven ajenos al mundo circundante, ni siquiera hay indicaciones para llegar a la bodega, y ¡no es nada fácil!, y si consigues encontrarla, lo que te espera es un par de coces, son así de huraños, su fobia hacia la gente, también es legendaria. Su única obsesión es el vino, mejor dicho: ¡Su vino!
Lo que no me parece mal en absoluto claro está.
El viñedo está orientado al norte, pero excepcionalmente protegido por unos bosques que lo circundan, lo que provoca la aparición de un micro-clima muy especial.
Los vinos de Château Rayas son la antítesis de la modernidad; de color claro, cuerpo medio y poca estructura, son vinos dotados de un extraordinario perfume, un raro equilibrio y una capacidad de envejecimiento legendaria.
Lo que desmiente de plano la tan cacareada incapacidad de la garnacha para envejecer.
Apenas se elaboran 20.000 botellas, que los aficionados de todo el mundo nos disputamos con saña cada año. (Casi como los otros aficionados a las “rayas”) Château Rayas es un autentico vino de coleccionista.
Sus aromas (algo perezosos) nos recuerdan al cuero, al regaliz, a las cerezas, a las frambuesas, al kirsch y a la pimienta Sichuan, además de a las rosas marchitas, a la flor de la granada y al pétalo de hibisco rojo.
En la boca es un vino elegante, algo alcohólico (pero que garnacha no lo es) de cuerpo medio, carnoso y muy equilibrado, el posgusto es largo, especiado y floral, tremendamente exótico, voluptuoso, seductor y original.
Un vino genial, que respetando sus orígenes, no se parece a ningún otro, y ahí radica su principal virtud.
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